martes, 8 de enero de 2008

Una aguja en un pajar

Cuando vas a unos conocidos centros comerciales porque se supone que tienen cierta diversidad y calidad (y te cobran por ello...), uno piensa que algo encontrará. En este caso, se trataba de comprar un libro para un regalo de cumpleaños. Simplemente un detalle; nada demasiado especializado.

Voy a la sección en cuestión y empiezo a mirar por la primera balda, con tranquilidad; me entretengo en los títulos. Ciertamente hay variedad. Lo típico: ojeas uno y otro...vaya; nada de lo que yo busco.

Siguiente balda, ídem. ¡No puede ser!, algo tendrá que haber. Tienen de todo, menos ese tema en concreto, imposible.

Tercera y última balda. No hay ni siquiera un solo ejemplar.

Pregunto a una de las chicas responsables de librería. No aportan demasiada luz a la cuestión.

Ya estaba a punto de irme a otra sección, cuando me percato que hay varios libros con el lomo mirando hacia la pared. Buahh, ni de coña va a dar la casualidad...cojo uno, interesante; lo ojeo otro poco. Lo coloco esta vez en posición correcta. Cojo otro, nada. Y mientras coloco este último, veo uno pequeñito, arrinconado entre dos manuales infumables. Lo cojo y ¡bingo!.

Pequeño, práctico y barato. Así da gusto comprar.

No hay comentarios: