Precioso contraste entre el paisaje volcánico,
casi lunar y el blanco de sus pueblos encalados.
Oasis de palmeras y playas de aguas cristalinas.
Arena blanca y negra, pero siempre suave al tacto.
Donde descubrí la que bien podría ser la piscina de mis sueños.
Hice buceo, monté en kayak y en camello,
y me dejaron conducir el barco de camino a la isla de La Graciosa, durante un minutillo.
Mas fotos aquí.
PD: Un postre, helado de coco sobre base de leche frita
y cubierta de caramelo crujiente.
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